OBJECTS
OBJECTOS
GABRIELA RUIZ & RAFA ESPARZA — NOSTRA FIESTA , 2019
GABRIELA RUIZ & RAFA ESPARZA — NOSTRA FIESTA , 2019
Acrylic on cement ground.
Commercial mural on the New Jalisco Bar
245 S Main
Street, Los Angeles
Photo credit: Summer Sloane-Britt
Acrílico sobre suelo de cemento.
Mural comercial en el Bar New Jalisco
245 S Main
Street,
Los Angeles
Crédito de foto: Summer Sloane-Britt
Nostra Fiesta, a mural commissioned for the facade of the
historic New Jalisco Bar, reinterprets the famed Mexican printmaker José
Guadalupe
Posada's 1901 engraving that depicted a police raid targeting a drag ball in
Mexico City's upper‐class Colonia Tabacalera neighborhood. The
subsequent
arrests unjustly humiliated participants, as the scandal attracted significant
public interest due to the group's affluence and speculations that the
then‐dictator Porfirio Díaz's son‐in‐law attended the
gathering. At a time when class was at the forefront of Mexican sociopolitical
dynamics, the forty‐one arrested partygoers became symbolic of
upper‐class moral deviance. Nostra Fiesta's central dancing
couple is pulled directly from Posada's piece, originally published in an
Aguascalientes newspaper, El Jicote, alongside an insulting song and
derogatory slurs.
In their mural, though, rafa esparza and Gabriela Ruiz focus on the surrounding
party to honor its queer organizers. Moving beyond the formal ball setting, the
artists reorient Posada's mocking image by incorporating a range of queer
figures. For instance, three couples joyously dance as they are serenaded by
musical
icons Celia Cruz and Juan Gabriel and cared for by Nacho Nava, recalling angelic
figures in rest in peace murals. Celia Cruz's signature tooth gap
is
highlighted alongside a version of her staple sculptural hair pieces, long
nails,
and vibrant clothing style. Juan Gabriel is found singing with a mischievous
side‐eye, wearing a patterned charro shirt and fringe dangling
from
his sleeves. Throughout his career, rumors regarding his sexuality followed Juan
Gabriel with persistent speculation, yet he never publicly identified himself as
queer. It is speculated his resistance to discuss romantic relationships was due
to
conservatism in Mexican culture, in this way, Ruiz and esparza's inclusion
of
Juan Gabriel becomes an embrace of his status as a queer icon. Nava is the sole
figure confronting the mural's observer, his penetrative eyes imbued with
the
warmth of an attentive host that alludes to his career as an event producer for
parties centering queer creatives of color in Los Angeles.
Around the mural, musical notes and star formations enliven the dance club
setting,
with Celia Cruz and Juan Gabriel as the showcase's performers. Meanwhile,
two
masculine figures dance together in cowboy hats and jeans, injecting vaquero
aesthetics and nodding to Ranchera's Jalisco origins. In this way, the
couple represents non‐urban cultural traditions, which productively
challenge
elitist sentiments by including viewpoints articulated by farm workers and
lower‐class communities. Juan Gabriel bolsters this dimension of the
mural, as
his landmark career broadened Ranchera's audience and popularity. Another
pair
on the far‐right side of the composition portrays two femmes eschewing
gendered dress expectations that conform with Chicana modes of
self‐expression
such as Cholas and pachucos (pervasive in both Mexican and
American patriarchal cultural norms).
In the photographs of the mural at night commissioned for this exhibition, the
composition's lavender colored background glows like a beacon of refuge,
inviting New Jalisco Bar's LGBTQIA+ patrons with open arms defiantly contrasting
the
lavender scare— the mid‐twentieth century "moral
panic"
in which queer United States government workers found themselves surveilled and
fired en masse due to their sexuality. Although concerns around homophobia still
limited some details in esparza and Ruiz's work, the mural is a powerful
commemoration of cultural changes demanded and achieved by queer communities
that
have enabled explicitly queer expression in Los Angeles to move from the shadows
onto a bar front.
El mural Nostra Fiesta, encargado para la fachada del histórico Bar New
Jalisco, reinterpreta el grabado de 1901 del famoso grabador mexicano José
Guadalupe
Posada, que representa una redada policial a un baile drag en la Colonia
Tabacalera,
un barrio de clase alta de Ciudad de México. Los posteriores arrestos buscaron
humillar injustamente a los participantes, y generaron un gran interés público
debido a la afluencia social del grupo y los rumores sobre la asistencia al
evento
del yerno del entonces dictador Porfirio Díaz. Aquel fue un momento en que las
dinámicas de clase estaban en el centro de los conflictos sociopolíticos en
México.
Por ello, los cuarenta y un asistentes a la fiesta que fueron arrestados se
convirtieron en símbolo de las desviaciones morales de la clase alta. La imagen
central de la pareja en el mural de Nostra Fiesta fue directamente
extraída
del grabado realizado por Posada, originalmente publicado en el periódico El
Jicote, de Aguascalientes. Junto a la imagen, se ve además una canción
con
insultos junto con comentarios despectivos.
Por el contrario, el mural realizado por rafa esparza y Gabriela Ruiz se centra
en
el ambiente festivo para honrar a sus organizadores queer. Yendo más allá del
escenario formal del baile, los artistas reorientan la imagen de burla hecha por
Posada incorporando una variedad de figuras queer. En este sentido, tres parejas
bailan alegremente mientras los íconos musicales Celia Cruz y Juan Gabriel dan
una
serenata, mientras son cuidados por Nacho Nava, recordando figuras angelicales
en
los murales descanso en paz (rest in peace). El característico espacio
en
la dentadura de Celia Cruz se destaca junto con sus reconocidas pelucas
esculturales, sus uñas largas, y su vibrante estilo de vestir. A Juan Gabriel se
le
ve cantando con una mirada traviesa, vistiendo una camisa de charro estampada y
flecos colgando de sus mangas. A lo largo de su carrera, rumores acerca de su
sexualidad siguieron a Juan Gabriel con persistente especulación, aunque él
nunca se
identificó públicamente como una persona queer. Se especula que su resistencia a
discutir sus relaciones románticas se debía al conservatismo de la cultura
mexicana.
En este sentido, la inclusión de la imágen de Juan Gabriel se convierte en un
gesto
para aceptar su estatus como ícono queer. Nava es la única figura mira
directamente
al espectadore del mural con su mirada penetrante imbuida de la calidez de un
anfitrión atento, la cual alude a su carrera como productor de eventos para
creativos queer de color en Los Ángeles.
Notas musicales y formaciones de estrellas animan el ambiente del club de baile
representado en el mural, con Celia Cruz y Juan Gabriel animando el espectáculo.
Al
mismo tiempo, dos figuras masculinas bailan vestidas con sombreros y jeans,
inyectando una estética vaquera a la imagen, y haciendo guiños al origen de la
música Ranchera en el estado de Jalisco. En este sentido, la pareja resalta
tradiciones culturales no urbanas, desafiando de manera productiva sentimientos
elitistas, incluyendo perspectivas de trabajadores agrícolas y clases populares.
La
imagen de Juan Gabriel refuerza esta dimensión del mural, ya que su destacada
carrera amplió la audiencia y la popularidad de la música Ranchera. Otra pareja
en
el extremo derecho de la composición retrata a dos mujeres que desafían las
normas
de vestido ajustadas a los tradicionales modos Chicane de autoexpresión, como
las
Cholas y los Pachucos (que hacen parte de las normas
culturales
patriarcales mexicanas y estadounidenses).
En las fotografías nocturnas de este mural realizadas por Guadalupe Rosales para
esta exposición, el fondo color lavanda de la composición brilla como un faro de
refugio y seguridad, recibiendo a la clientela LGBTQIA+ del New Jalisco Bar con
los
brazos abiertos, en desafiante contraste el susto lavanda—el
“pánico
moral” de mitad del siglo XX, en el que trabajadores queer del gobierno de
Estados
Unidos fueron vigilados y despedidos en masa de acuerdo a su sexualidad. Aunque
las
preocupaciones en torno a la homofobia todavía limitaron algunos detalles en el
trabajo de esparza y Ruiz, el mural es una poderosa conmemoración a los cambios
culturales buscados y logrados por comunidades queer, las cuales han permitido
que
expresiones explícitamente queer en Los Ángeles pasen de las sombras a la
fachada de
un bar.
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