OBJECTS
OBJECTOS
ASCO — THE WALKING MURAL , 1972
ASCO — EL MURAL CAMINANTE , 1972
Performance piece.
Photo credit: Harry Gamboa Jr. ©1972-1974, Harry Gamboa Jr.
Obra de performance.
Crédito de foto: Harry Gamboa Jr. ©1972-1974, Harry Gamboa Jr.
When the annual Christmas Parade in East L.A. was canceled, the
artist
group Asco
determined to stage their own procession along Whittier Boulevard, one of the
neighborhood's main throughways. Asco—coming from a Spanish word
meaning
disgust or nausea—is now synonymous with a wave of public performances and
other activations that commented on the internal dynamics and expectations of
the
group's neighborhood and Chicane culture in East L.A. Drawing upon filmic
and
photographic languages from popular culture to underground subcultures and
surrealist imaginaries, the work addresses ingrained misogyny, cultural
conservatism, as well as police brutality and racial profiling. In The
Walking
Mural,
the group enacted a Christmas float utilizing Catholic symbology to
spark confusion and a hallucinatory quality when the costumed characters
unexpectedly paraded down the commercial street as if a mural had been peeled
off
the wall. At the time of the performance, several murals had been painted
following
the Chicano Moratorium of 1970, which also led to the restrictions against the
parade. While unaware of one another's costumes before the performance, the
three characters—an evergreen Christmas tree, the Virgen, and
Jesus—fomented a subversive reimagination of the traditional holiday
procession, encapsulating how Asco routinely pushed against notions of an
"authentic" and sanctioned Chicane cultural production within both their
local community and outsider art world eyes.
Patssi Valdez, dressed primarily in black-and-white, portrays the Virgen de Guadalupe —a brown-skinned apparition of Mary, which, according to legend,
appeared to a sixteenth-century indigenous man named Juan Diego and became a
beacon
for mestizo and indigenous Catholics in Mexico and remains popular among many
Mexican and Mexican American communities in Los Angeles and beyond. As
Catholicism
was introduced to the region through violent colonialist conversion tactics, the
Virgen de Guadalupe's manifestation and steadfast adoption reflected the
tenacity of a subjugated region to inject visions of itself into a domineering
context, creating critical alternatives. In this way, Valdez stretches the
Virgen's syncretic nature through the eyes of a late-twentieth-century
Chicana
attempting to forge a new pathway for herself. The artist recollects that while
some
community members found her interpretation sacrilegious, she was attracted to
the
Virgen as a "pop icon," emphasizing the Virgin's mass appeal and
chameleon-like manifestations across cultural spaces. Portraying Jesus, Willie
Herrón III's painted cardboard backdrop enshrines his face as it bursts
through
the center, embellished by silver intersecting lines resembling a star. With a
quick
glance, onlookers driving down the boulevard might not have registered his human
face as opposed to the three-dimensional sculptural form. Herrón's
penetrating
expression is buttressed by three morbid characters, perhaps representing the
Biblical Magi—the three wise men who traveled to worship and bring gifts
to
the newly born Jesus. Meanwhile, a fanged mouth engulfing this consortium of
characters attempts to devour them, intensifying the works apocalyptic
undertones.
The pervasive darkness of Asco's character interpretations generates another
reading of this work, which collapses the birth of Jesus and the rapture of the
Second Coming of Christ. Some religious interpretations understand the rapture
as
one of social and political revolution, creating a new world and escape from
false
Christians who subjugate innocent people. For instance, the birth of a Christ
figure, represented by Jesus during Christmas, was a politically revolutionary
episode for occupied peoples in the Roman-controlled Levant and, therefore,
connects
the scene to the context of Chicano Movement's liberatory and activist
efforts
in the early 1970s. The desperate quest for protection and refuge is a key
component
of Christmas and, thereby, integrally frames the procession. To this point,
Asco's performance begs the questions: What is a refuge when police
brutality
and other anti-Mexican sentiments unjustly shape one's life in East L.A.?
And
what is a refuge when your community does not understand and sometimes rejects
your
self-expression? Although Asco did not explicitly ask and should not be expected
to
answer these questions, The Walking Mural and the group's related
performances served as confrontational demands for new forms of expression. And,
at the very
least, ushered in a new way to ask.
Cuando se canceló el desfile navideño anual en el este de Los Ángeles, el grupo
de
artistas llamado Asco decidió organizar su propia procesión a lo largo de
Whittier
Boulevard, una de las vías principales del barrio. Asco—haciendo eco en la
palabra en castellano que significa aversión o náusea—se convirtió en
sinónimo
de una ola de performance públicos y otras activaciones que comentaban
las
dinámicas internas y las expectativas del grupo en el barrio y en la cultura
chicana
proveniente del este de Los Ángeles. Tomando inspiración en los lenguajes
fotográficos y fílmicos de la cultura popular, de subculturas clandestinas e
imaginarios surrealistas, la obra presenta la misoginia arraigada, el
conservadurismo cultural, así como la brutalidad policial y el perfilamiento
racial.
En El mural caminante, el grupo representó una carroza navideña
utilizando
simbología católica para causar confusión y una cualidad alucinatoria cuando los
personajes disfrazados desfilan inesperadamente por una calle de comercio, como
si
un mural se hubiese despegado de la pared. En el periodo en que el
performance
fue hecho, varios murales habían sido pintados tras la Moratoria Chicana de
1970, lo que también provocó restricciones contra el desfile. Aunque desconocían
los
disfraces de sus compañeres antes del performance, les tres personajes ‐un
árbol de Navidad, la Virgen María, y Jesús‐ fomentaron una reconstrucción
subversiva de la tradicional procesión navideña, encapsulando la manera
rutinaria en
que Asco luchaba contra las nociones de una “auténtica” y sancionada producción
cultural chicana tanto dentro de su comunidad local como a los ojos del mundo
artístico externo.
Patssi Valdez, vestida primariamente de blanco y negro, representa a la Virgen
de
Guadalupe—una aparición Mariana de piel morena que de acuerdo con la
leyenda,
se apareció a un indígena llamado Juan Diego del siglo XVI y se convirtió en un
faro
para católicos mestizos e indígenas en México, permaneciendo como símbolo entre
muchas comunidades mexicanas y mexicoamericanas en Los Ángeles y más allá. A
medida
que el catolicismo se introdujo en la región a través de violentas tácticas de
conversión colonialista, la manifestación y firme adopción de la Virgen de
Guadalupe
reflejó la tenacidad de una región subyugada que inyectó elementos de sí misma
dentro de un contexto dominante, creando alternativas críticas. De esta manera,
Valdez amplía la naturaleza sincrética de la Virgen a través de la mirada de una
mujer chicana de finales del siglo XX, quien intentaba forjar un nuevo camino
para
sí misma. La artista recuerda que, si bien algunos miembros de la comunidad
consideraron su interpretación sacrílega, ella se sintió atraída por la Virgen
como
un “ícono pop”, enfatizando el masivo atractivo de la Virgen y sus
manifestaciones
camaleónicas en diferentes espacios culturales. Retratando a Jesús, el fondo de
cartón pintado de Willie Herrón III encuadra su rostro que irrumpe en el centro,
adornado por líneas plateadas que se entrecruzan asemejando una estrella. Con
una
mirada rápida, los espectadores que conducían por el bulevar tal vez no hubieran
percibido su rostro humano adornado de forma escultórica tridimensional. La
penetrante expresión de Herrón es reforzada por tres personajes mórbidos, que
tal
vez representan a los Reyes Magos bíblicos—los tres hombres sabios que
viajaron para adorar y llevar regalos a Jesús recién nacido. Mientras tanto, una
boca con colmillos envuelve a este grupo de personajes mientras intentan
devorarlos,
intensificando el trasfondo apocalíptico de la obra.
La oscuridad generalizada en la interpretación de personajes representados por
Asco
genera otra lectura de esta obra, que colapsó el nacimiento de Jesús y la
Segunda
Venida de Cristo. Algunas interpretaciones religiosas entienden esta llegada
como
una revolución social y política, creando un mundo nuevo y escapando de los
falsos
cristianos que subyugan a personas inocentes. Por ejemplo, el nacimiento de una
figura de Cristo, representada por Jesús durante la Navidad, fue un episodio
políticamente revolucionario para los pueblos ocupados por romanos en el Levante
y,
por lo tanto, conecta la escena con el contexto de los esfuerzos liberadores y
activistas del Movimiento Chicano a principios de Década de 1970. La búsqueda
desesperada de protección y refugio es un componente clave de la Navidad y, por
lo
tanto, enmarca integralmente la procesión. Sobre este punto, el performance
de Asco plantea preguntas como: ¿Qué es un refugio cuando la brutalidad policial
y
otros sentimientos antimexicanos moldean injustamente la vida en el este de Los
Ángeles? ¿Y qué es un refugio cuando tu comunidad no comprende y a veces rechaza
tus
propios medios de auto-expresión? Aunque Asco no formuló explícitamente estas
preguntas y no se debería esperar que las respondiera, El mural caminante
y
los demás performances del grupo relacionados con el tema, sirvieron como
demandas
confrontadoras de nuevas formas de expresión. Y, como mínimo, marcó el comienzo
de
una nueva forma de hacer preguntas.
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